11 mayo 2007
Se viene la ola
Después de vivir más de 30 años en Arica tengo una especie de sintonía con las cosas que pasan en la ciudad, los cambios chiquitos que tienen grandes consecuencias, las historias que se cuentan solo entre cuatro paredes y sobre todo las muchas cosas que uno nunca llega a contar por no perjudicar a sus amigos.Vivir tanto tiempo en un lugar relativamente chico va creando una enorme red de conocidos, amigos casuales, amigos por compromiso, relaciones de trabajo, amistades y enamistades de toda clase. Tal como cuando se vive en un cité o conventillo Arica es un poco promiscua y hay muy poca posibilidad de que alguien pase inadvertido: si no te conocen a lo menos te ubican de vista.
Son los círculos formales e informales; los clubes, masones, jugadores de pelota, viciosos del casino o las carreras del teletrack, los que se juntan en alguno de los cafés de 21 de Mayo o en el restaurant Don Floro, los bohemios que van siempre a la misma boite donde los atiende la misma amiga especial, los que simplemente se juntan en una esquina de 21 de Mayo con Colón o frente al MacDonalds, son todos mundos permeables con los que nos vamos encontrando a medida que pasa el tiempo, más viejos, más canosos o -peor todavía- más pelados.
Es muy parecido a vivir en un cité, nos juntamos dos ariqueños y sabemos perfectamente en que anda cada cual, cuanta plata está ganando, a quien le debe o quienes lo han estafado. Todo esto nos hace desarrollar una especie de sexto sentido para distinguir por donde viene la mano en una ciudad que cambia violentamente cada cierto tiempo.
Arica es históricamente la ciudad-tobogán donde la actividad económica sigue la forma de una montaña rusa. Desde su fundación, cuando llegó a ser el puerto más importante de toda América desde donde se embarcaban los enormes cargamentos de plata de Potosí para Europa, la época de las industrias y la fiebre de oro del contrabando hacia el Perú, esa que hizo tantas fortunas y que terminó antes del año 2000.
Boom y depresión se suceden a lo largo de los años, llevamos casi 10 años deprimidos y el turismo está apareciendo como la próxima actividad económica que traerá plata a la ciudad. El turismo va creciendo espontáneamente arrastrado por muchas causas: la creciente inseguridad en Norte América y Europa, la cercanía de Macchu Picchu, mayor información gracias a Internet, todo eso nos va sacando de a poco de la condición de lugar subvendido y secreto mejor guardado.
Poco y nada tienen que ver las autoridades en esto; ignorantes y preocupados de sus propios asuntos, apenas cumplen con las formas mínimas para cobrar su sueldo. Cuando quieren hacer algo normalmente resulta un fiasco como pasó con las palmeras ecuatorianas, o después de un tiempo pierden interés como ocurrió con las casas pintadas del casco viejo. El turismo crece a pesar de ellos, que se gastan la plata en contratar a expertos, imprimir miles de folletos -engañosos e inútiles- y por supuesto hacer turismo gratis con plata del estado en muy dudosas misiones comerciales.
Pero el turismo sigue llegando y crece. Más todavía, está comenzando a llegar gente desde USA a vivir a Arica, cosa que puede parecer insólita a los locales pero tiene mucho sentido para los que conocemos un poco más sobre la manera de pensar de la gente que vive en las grandes ciudades del hemisferio norte.
Tal vez lo mejor es que las autoridades queden fuera de todo este asunto, que se limiten a sus mezquinos asuntos mejor porque donde ponen la mano lo echan todo a perder. Muchos ignorantes sueñan con convertir Chinchorro en una copia de la Avenida del Mar en La Serena, y en hacer de Arica una copia de bajo presupuesto de Marbella, con españoles incluídos. Por cierto, Marbella es la ciudad más corrupta de toda España, ojalá que no se tienten para copiar también eso.
Ya hemos pasado mucho tiempo en depresión y viene el repunte, ojo que algunas cosas están cambiando en la ciudad y es probable que en la próxima década seamos el lugar más cosmopolita de Chile. Y como siempre pasa en nuestro país, los cambios importantes no ocurren por políticas de gobierno sino a pesar de estas.

